Buscar este blog

viernes, 19 de marzo de 2010

Tú eres el amor

“Solo el amor engendra la melodía”; constantemente citabas a José Martí, convirtiendo nuestros momentos felices en una orquesta, siendo los instrumentos musicales la alegría, la dicha, el gozo, el placer, el deseo, el cariño, el querer y la locura guiados por el amor; con música de fantasía que lograba un equilibrio perfecto de pureza y sinceridad, creando un arreglo que recorría todo mi cuerpo y me elevaba hasta el más grande de los éxtasis, y siempre te respondía “Nuestro amor no engendra melodía sino una gran y perfecta melodía”.

Querida amante durmiente, ¿Te acuerdas? Cuando mis padres fallecieron el miedo y la tristeza se apoderaron de mi alma, pero ahí estabas junto a mí, siempre con palabras para todo; ahí estabas, tan callada y silenciosa como la noche, tu mirada reflejaba un gran dolor y pena. Lo recuerdo como si fuera hoy, tomaste la Santa Biblia la pusiste sobre mis manos, me miraste a los ojos y comenzaste a rezar, en ese momento no hizo falta palabras para saber que compartías conmigo tanta tristeza. Fue la primera vez que te vi llorar.

Recuerdo cuando vimos un capullo de flor entre aquellos arbustos rodeado de hierba mala, me hiciste buscar un recipiente para llevarlo a nuestro hogar y evocabas a esa horrible flor muerta, la atendías más que a mí. Estuve celoso, pero es perdonable, no entendía tu mensaje; transcurrió el tiempo y se me había olvidado la “dichosa flor”. ¡No podía creerlo! ¡Era ese pequeño capullo! Entonces comprendí todo.

Vinieron a mi mente recuerdos del pasado, momentos vividos de mi adolescencia cuando no sabía diferenciar entre el bien y el mal, una persona de pura maldad, siempre malhumorada, desaliñada, con un corazón que solo conocía tinieblas, hasta que te vi vagando por la playa, entonces mi vida completa cambió, me quitaste la venda y me hiciste ver con más claridad, me enseñaste la palabra de Dios, a ser optimista y entendí que todas las cosas feas y bellas necesitan un poco de amor.

Una vez más fui sorprendido, me enseñaste que con pasión todo se vuelve bello, como esa flor y yo.

En nuestro primer aniversario de idilio te hice creer que me encontraba gravemente enfermo. Corriste desesperada, preocupada, asustada, pero te sorprendí con la casa llena de rosas, te pedí matrimonio, en ese momento no sabías si llorar o reír, solamente recuerdo un sí. Un sí que me hizo el hombre más feliz de este mundo envuelto en tinieblas, un sí que fue como una vela encendida en la oscuridad, una pequeña llama que trajo luz, esperanza y amor. Fuiste para mí como el ave Fénix que renace de las cenizas, trayendo vida, gozo y alegría.

Mi fiel amante, nunca apagues esa voluntad de vivir, esa sonrisa capaz de domar al más indómito de los animales, no te rindas porque no estoy a tu lado corporalmente, quiero que sepas que mi espíritu siempre te protegerá y acompañará.

“Al mal tiempo buena cara”, no quiero que me llores, sigue andando por esos senderos regalando la fórmula o palabra que es más antigua que la vida. No hagas que se pierda, sigue predicando la palabra de Dios, de Jehová, porque como tú me enseñaste, él es amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario